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Posts Tagged ‘amistad’

Olas que rompen en la orilla…

4 julio, 2011 2 comentarios

Cúmulo de pequeñas anécdotas hacen a vuestro guerrero capaz de generar el escrito que viene a continuación…

Veintinueve de junio, Torremolinos, día nublado. El Sol luchando con una espesa neblina por querer salir, difícil misión. Playa Victoria no se vislumbra en el horizonte. Una capa grisácea en el cielo hace complicada la visión de todo lo que se recuerda de días anteriores.

Tras el mediodía y la correspondiente siesta, procedemos a pisar la oscura arena malagueña en busca de una tarde placentera…y así fue.

Toalla al firme, cuadernillo de crucigramas y autodefinidos, boli bic cristal, que escribe normal…, y buena música. Empieza a sonar el disco de Antonio Carmona y al cabo de unos minutos, suena un dueto con Concha Buika, y una frase sale de los labios del ex-Ketama. Dice algo así como que con el paso de los años ha aprendido a diferenciar entre los besos comprados y los besos que se dan, yo añadiría los besos robados, que son los más atractivos…proseguía el tema diciendo que ya reconoce a ese amigo, el mejor, que lo es cuando al otro le interesa y cuanto mas dinero haya por medio mejor…justo en ese momento una fuerza sobrenatural entra en mi cuerpo y me impulsa casi sin yo querer hacia la orilla. Unas ganas extrañas de bañarme, un pescaíto se asoma en las limpias aguas mediterráneas y allá que voy…nada nuevo bajo el Sol diréis, pues si pero lo curioso está por llegar. Al salirme del agua, casi misión imposible. El romper de las olas acompañado de la contraola que baja ya muerta en busca del ultimo aliento sal, ha creado una V, una valle en plena playa que imposibilita el normal discurrir de los pasos.

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A unos 2000 Kms

Ayer leyendo la prensa me entero que era el día Internacional de Internet, que cosas. Para mí, que vivo lejos de mi gente ese día ocurre en cada segundo que dura mi exilio alemán. También leo que ya la gente no escribe cartas, a mano, con su sello y su buen lametón amargo. A mí me traen buenos recuerdos de infancia, cuando esperaba días interminables mirando el buzón a que llegara el cartero con esa carta de ese amor de verano. También me acuerdo, mucho más reciente, de unos días malos que pasé y en los que si tuviera que haber esperado la llegada de la carta por correo convencional, quizás no hubiera podido aguantar lo que sentía, y hubiera sufrido más de lo que lo hice.

Gracias a Internet, la distancia no “existe”, puedo hablar, ver y hasta sentir a los míos, y por ello no siento lástima ni añoranza por ese pasado bonito pero algo “inútil” en la actualidad. Leer más…

La vida reflejada en madera

9 May, 2011 3 comentarios

Me encuentro en este mismo instante sentada en mi cama, vestida para salir, mirando alrededor encontrándome con todo tipo de cosas que forman mi habitación. Me paro un instante a mirar las fotos colocadas en un corcho que adorna mi pared, teñida de salmón. Vuelvo mi vista a la ventana, no a más de diez centímetros del corcho, y miro el cielo, hoy nublado. La luz se va aminorando cada vez más, son las nueve y el sol se va escondiendo. De nuevo, miro las fotos, veo que hay espacios por rellenar en el corcho, y se me ocurren infinidad de fotos bonitas que colgar en él, pero también observo, que esos espacios son muy pequeños y que en ellos no cabrían fotos de más de cinco centímetros. Pensando que poner, abro otra ventanilla de google y pongo música. Ahora tarareo la canción mientras sigo pensando. Creo que no tengo nada con que rellenar ese espacio, y busco con la mirada otra cosa en mi habitación que me provoque algún tipo de entretenimiento.

No encuentro nada sobre lo que escribir, así que me llevo un rato pensando y pensando, sobre de que hacer mi nueva entrada en La Morada. “Lo tengo!” pensé, y volví a mirar las fotos. Sí, al final me habían inspirado a escribir, aunque no a ver qué nueva foto podía poner.

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Aquellos maravillosos años

12 abril, 2011 4 comentarios

Gracias a la llegada de Valkana y el soplo fresco que ha traído a La Morada me han venido a la memoria mis años adolescentes… Cuando mi única inquietud en la vida era sólo pasármelo bien con mis amigos, intentar sacar buenas notas y destacar un poquito en mi deporte.

Cuánta añoranza provoca el saber que esos momentos no volverán y, a la vez, cuánta felicidad me proporciona haber vivido las experiencias que viví… No sé si a los demás les parecerán que fueron muchas o pocas, algunos sin duda podrán contar muchísimas experiencias más de su vida que me parecerán fantásticas, pero no mejores. Y es que en ocasiones por mi forma de ser, aunque a algunos les suene esta frase a excusa, me perdí vivencias que en realidad no cambiaría por ninguna de las que sí viví.

Lo que principalmente marcaría mi adolescencia empezó el verano que cumplí 9 añitos, cuando el hijo del que sería mi entrenador le dijo a mi padre que le gustaría que hiciera la prueba para el equipo de natación del club. Entonces, tras algunas charlas, no hicieron falta muchas,  mi padre me convenció para que dejara el baile y emprendiera esa nueva aventura… Sí, resultó toda una aventura llena de camaradería, viajes y convivencias. Y es que cuando quedaba poco para cumplir los 10 años experimenté por primera vez un campeonato fuera de Córdoba. En realidad en el mismo verano hubo dos y ambos en Almería, pero el primero, no sé si por la cosa de ser el primero o por el hecho de ir todo el equipo fue inolvidable. Y es que no era lo mismo sin los mayores del equipo, claro en aquellos tiempos ellos eran los adolescentes, los que provocaban las juergas nocturnas, las anécdotas de las que tanto nos reiríamos una y otra vez, a los que admiraríamos. Yo solo era una niña tímida e ingenua que no me enteré de lo que se cocía en la habitación de las chicas, mientras dormía, hasta que no me lo contaron al día siguiente.

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