Codex Moradensis, vol.1

 

Carrera de Galgos

     Una vez más, este país de vagos y maleantes, está en boca del mundo mundial. Para nada hemos descubierto una cura para el cáncer, ni tan siquiera hemos conseguido salir, mínimamente, de una crisis que nos golpea cada segundo.

     Esta vez, y van demasiadas, el mundo del deporte al que tanto amo, se ve empañado y quizás de forma definitiva. Más concretamente, el mundo del atletismo.

     Este guerrero que os escribe es de los pocos locos que llega un certamen, nacional o internacional, y se sienta como un bobo a ver saltar, correr y lanzar de todo a esos chavales en calzonas y tirantas porque le encanta el atletismo. Verlo. Practicarlo…está la cosa chunga!! Si ya hablamos de Europeos, cubierto a al aire libre, Mundiales u Olimpiadas…Palabras mayores.

     Me considero un sufridor de los colores que representan nuestra bandera y nuestro país en este tipo de eventos y otros muchos, pero vayamos al tema. Desde el primer día, con las clasificatorias, eliminaciones, sorpresas, algún negro que no corre, vuela…-¡¡Qué envidia más grande!!- y siempre pendiente de alguna sueca o finlandesa, porque uno es hombre y estas atletas son bellísimas, en su mayoría.

     Todo pasa sin la más mínima emoción, pero se echa el ratito. Pasan las horas, llega la tarde, el día siguiente y la competición va ganando en emoción. Entregas de medallas, el bronce, la plata, el oro, los ramitos, los “enchufaos” que bajan al tartán para salir en la foto y de paso entregar los obsequios…lo de siempre, pero me mola. Las frases se repiten eternamente, “¡¡ay, qué lástima, con lo bien que había salido el español!!…otra vez será” y así pasa uno, otro, alguna, otra…y todos bajo el signo de la decepción. Decepción por no lograr su mejor marca, que nadie piense en pasar a la final y mucho menos en conseguir diplomas. Las medallas son una odisea…

     De vez en cuando conseguimos y bronce y todo como preámbulo de lo bueno. Aparece una cosita pequeña, con una cinta en ese pelo rubio…”Ahí está ya, vamos a prepararnos que ahora es cuándo conseguimos la medalla buena” Y claro, después de 3 o 5 kilómetros, tengan o no obstáculos, la palentina siempre levantaba los brazos. ¡¡Bieeeeeenn!! Se escucha en el salón, “si es que esta tía es la ostia!!!” Pues todo eso se acabó. Ni esta tía es la ostia, ni tiene tantos, con perdón, cojones, ni es una superhéroe y para nada es merecedora de que un pabellón lleve su nombre. ¿De verdad alguien se cree que ha traficado sin probarlo? ¡¡Anda ya!!

     Me imagino las caritas de esos niños palentinos, vecinos de Marta, y que cada día se levantaban esperando cruzársela por la calle para decirle hola, y si caía la foto, pues imagínate…

     Desde hoy, mejor dicho, ayer, Marta Domínguez pasará a la historia de nuestro deporte como un fraude más. Un invento más del Doctor Frankenstein del deporte español, Eufemiano  Fuentes ¿cuántos van?

     Qué pena me da, recordar esas tardes esperando que llegaras a la meta levantando tus brazos cuando en vez de atleta eres, presuntamente, insisto, presuntamente, una mafiosa del maravilloso y oscuro mundo del dopaje.

     El dato curioso, es que ahora, salen “compañeros” suyos diciendo que esto era un secreto a voces., e incluso via twitter, se pueden leer cosas como que a su entrenador, al de Marta, le llamaban el camello de la Blume.

     Desde aquí hago un llamamiento a las autoridades competentes de Palencia para que cambien, inmediatamente, el nombre a su Pabellón Municipal y pase a llamarse P.M. de Deportes Elena Anaya, por guapa, por buena actriz y porque está como un queso. ¡¡Eso sí que es un ejemplo para la juventud!!